domingo, 18 de junio de 2017

La niña de las azoteas

I
Ella no tenía alas, pero vivía en las alturas. Se paseaba de edificio en edificio, saltaba entre los techos de la espesa ciudad. Le gustaba el frio de las nubes, la vista de maqueta que siempre tenía, los pajaritos veloces que rozaban su vestido al pasar. Era como uno de ellos, ágil, cubierta y la melodía la seguía también.
Lo único que odiaba era el edor que subía desde los pisos encharcados de la ciudad, que combinado con el humo negro de los carros, que como escarabajos recorrian las avenidas, se convertía en la triste tos que continuamente la azotaba, densa como ese humo. Los lugares que más defecaban esta enfermedad eran el centro de la ciudad, el basurero y la zona industríal, lugares llenos de trabajadores humanos a los que la tos tampoco perdonaba, a pesar de que la trabajaban, la cuidaban, le agradecían cada día los pocos panes que lograban tener en la mesa. Pero era la tos desagradecida, por su naturaleza de plaga, que pagaba con muerte a quien bien le servía...y cualquiera que se le atravesara.
Nadie miraba los bracitos helados de la niña de las azoteas, ni sus saquitos rotos, nadie le ofecía un nuevo sweter de lana para el frio de su vida, tampoco nadie subía a las azoteas para espiar su casa desde lo alto, nadie sabía que podía hacer eso. ¿como lo supo ella? Esa es la historia.

Foto de @portsinspired

2 comentarios:

  1. Me ha encantado el relato, sabes retransmitir bien lo qué escribes, casi casi me he sentido como si estuviese en las azoteas con esa niña. ¿Va a seguir? me quedé con las ganas de más. Lindo texto, un besote!

    ResponderEliminar
  2. Me alegra mucho que te haya gustado! (n.n)
    Sí, lo voy seguir (n.n)
    Saluditos :*

    ResponderEliminar